Del 1898 a la
política del Buen Vecino:
Una reseña al cambio paradigmático en la política
exterior estadounidense
Por Armando Rivera Carretero
El presidente Franklin D. Roosevelt expreso lo
siguiente durante su discurso de inauguración el 4 de marzo de 1933:
“In the
field of world policy, I would dedicate this nation to the policy of the good
neighbor – the neighbor who resolutely respects himself and, because he does
so, respects the rights of others – the neighbor who respects his obligations
and respects the sanctity of its agreements in and with a world pf
neighbors.”[1]
Con estas sencillas palabras anunció al mundo de un
cambio radical con relación a la política exterior estadounidense,
especialmente hacia los países de América Central y del Caribe. Así se iniciaba
oficialmente la Política del Buen Vecino. Este anuncio en efecto le ponía fin y
derogaba oficialmente la política anunciada por el presidente Theodore
Roosevelt en 1904, el llamado Corolario de Roosevelt a la Política Monroe.[2]
Con este Corolario, Estados Unidos anuncio al mundo y específicamente a los
países de América Latina su política de mano dura e intervenciones militares en
la región centroamericana y caribeña. Esta área geográfica se había convertido
para Estados Unidos en una zona de gran importancia estratégica para la defensa
de los intereses de esta nación, los cuales incluían la defensa del Canal de
Panamá[3]; y formalmente proclamo al Caribe como su esfera de intereses e
influencia, dándole así notificación a las potencias europeas a no intervenir
en esta región.[4]
Pero este Corolario a su vez tuvo sus antecedentes.
Desde 1898, Estados Unidos había venido practicando la política de
intervenciones militares en la región en cuestión. En ese año, Estados Unidos
se lanzó al mundo en su primera guerra imperialista, la llamada Guerra
Hispanoamericana, invadiendo a las ultimas colonias españolas en América,
Puerto Rico y Cuba.[5] Otra intervención pre-Corolario, ocurre en el 1903
cuando Estados Unidos interviene militarmente en el puerto caribeño de Colón,
brindándole apoyo a los independentistas del Departamento de Panamá,
perteneciente a Colombia, a obtener su independencia. Así nació la República de
Panamá.[6] Estados Unidos obtiene mediante tratado con el gobierno de la nueva
república, un Protectorado sobre esta desde 1903 a 1924. Además, Estados Unidos
obtiene el derecho a terminar de construir el canal iniciado por Lesseps y una
franja a ambos lados de diez kilómetros de ancho, “como si fuera soberano”.[7]
Bajo la política del Corolario de 1904, Estados Unidos
procedió a invadir a los siguientes países:
1. Interviene
en República Dominicana en 1905. Estados Unidos se adueñó de las riendas del
gobierno y administró las aduanas quisqueyanas. Del 1916 al 1924 la invade nuevamente,
toma nuevamente las riendas del gobierno y las aduanas.[8] A Estados Unidos le
movía la preocupación que potencias europeas acreedoras invadieran a Republica
Dominicana para cobrar préstamos morosos de esta.[9]
2. Interviene
en Nicaragua en 1909[10] y luego del 1912 al 1925.[11] La interviene nuevamente
del 1927 al 1933.[12] Esta vez Estados Unidos interviene activamente en la
guerra civil que se libraba en Nicaragua. Al esta concluir las tropas
norteamericanas no abandonaron el país. Esto provocó a Cesar Augusto Sandino a
continuar su guerra de guerrillas contra los marines comprometiéndose a no
cesar hasta que el último marine abandonara a Nicaragua. Estados Unidos
recurrió a desplazar hasta 22,000 marines en Nicaragua bajo el mando del coronel
E. Francis Riggs, de triste recordación en Puerto Rico. A esto, debemos
recordar que, en 1916, Estados Unidos firmó el Tratado Bryan-Chamorro, una
opción para construir en Nicaragua un canal interoceánico.[13] Cabe indicar que
estas intervenciones y ocupaciones militares le ocasionaron a Nicaragua una
gran calamidad financiera.[14] Podemos decir también que esta última
intervención le resulto al invasor una victoria pírrica.
3. En 1914
adquiere mediante arrendamiento a largo plazo la Isla del Maíz (Nicaragua) en
el Mar Caribe.[15]
4. En 1906
intervino nuevamente en Cuba bajo la autoridad de la Enmienda Platt. Sus tropas
no abandonaron a Cuba hasta el 1909.[16] Repitió con otra intervención a Cuba
del 1917 al 1922.[17]
5. Intervino
en Costa Rica del 1918 al 1920.[18]
6. Intervino
en Honduras en tres ocasiones: 1907, 1911 y 1924.[19]
7. Intervino
en Haití del 1915 al 1934 donde administró el gobierno y las aduanas
haitianas[20] y negoció con este un protectorado hasta el 1934.[21]
8. Ocupó las
Islas Vírgenes pacíficamente en 1917 mediante compra a Dinamarca. Estados
Unidos temía que Alemania adquiriera, durante la Primera Guerra Mundial,
control sobre Dinamarca, y así obtuviera acceso a bases navales en las entonces
llamadas, Islas Vírgenes Danesas, en pleno Mar Caribe.[22]
9. Intervino
en México en 1914, ocupando militarmente a Veracruz durante la Revolución
Mexicana.[23] Interviene nuevamente del 1916 al 1917, penetraron al estado
mexicano de Chihuahua con una llamada Expedición Punitiva para capturar a
Pancho Villa (Né, Doroteo Arango). La misma se dividió en dos columnas
paralelas, al este y oeste del estado y penetrando unas 350 millas dentro de
México. Otra columna militar penetró los estados orientales y colindantes entre
sí de Nuevo León y Tamaulipas. Este último, al extremo noreste de México y
bañado por las aguas del Golfo de México, a cientos de millas de donde se
encontraba Villa.[24] El pretexto del presidente Woodrow Wilson fue el ataque
de unos quinientos hombres liderados por Villa al poblado fronterizo de
Columbia, en Nuevo México.[25] A pesar de los esfuerzos del general Pershing,
quien era el comandante de estas tropas, Villa no pudo ser capturado. Es
importante hacer notar que, durante la Revolución Mexicana, Woodrow Wilson
provocó en México una oleada de nacionalismo a causa de sus innumerables
intervenciones políticas en el país y en sus esfuerzos de imponer su voluntad
sobre México.[26] Estas intervenciones de Wilson fueron responsable del
principio de la reacción negativa hacia Estado Unidos en los países
latinoamericanos.
Estados Unidos continuaba cosechando beneficios con
sus intervenciones. Mediante ellas este nuevo imperio obtuvo el consentimiento
coaccionado de Cuba, Panamá[27], República Dominicana y Haití, a someterse y
aceptar convertirse en protectorados estadounidenses.[28] Durante la
Conferencia de las Américas en Montevideo en 1933, Estados Unidos anuncio que
liquidaría todos sus protectorados. Le tomó hasta 1940 conseguir esta meta.[29]
Estas intervenciones le ganarían a Estados Unidos la
antipatía y rencor de, no solo los países intervenidos, sino los de toda
América Latina. En efecto, se trataba de una profunda yankeephobia.[30] Las
intervenciones arriba mencionadas operaban para no permitirle a las potencias
europeas, en guerra desde agosto de 1914, intervenir en el área de Centro
América y el Caribe. Así Estados Unidos protegía el Canal de Panamá, el cual
comenzó operaciones en ese mismo año.[31]
Aunque Franklin D. Roosevelt fue quien anunció la Política
del Buen Vecino en 1933, el cambio paradigmático de la política extranjera de
Estados Unidos hacia la región en cuestión se había venido fraguando en las
altas esferas de poder en Estados Unidos, al menos desde la caída de la Bolsa
de Valores en Wall Street, la subsiguiente Gran Depresión y durante el
cuatrienio del presidente Herbert Hoover. Como ya vimos, la Política del Gran
Garrote basada en el Corolario de Theodore Roosevelt había creado demasiado
resentimiento hacia Estados Unidos en todos los países latinoamericanos, aunque
este resentimiento era más intenso en la región de América Central y del
Caribe. La experiencia nicaragüense, aún antes de la caída de la Bolsa de
Valores en Wall Street en el 1929, le indicó a Hoover que estas aventuras intervencionistas
de Estados Unidos resultaban ser demasiado costosas. Luego de la caída de la
Bolsa de Valores neoyorquina en 1929 y la Gran Depresión que resulto de esta,
Hoover, quedo plenamente convencido que estas intervenciones no resultaban
financieramente viables para Estados Unidos. La maltrecha economía
estadounidense sencillamente no producía suficientes ingresos al fisco.[32]
Como dijimos arriba, la Caída de la Bolsa de Valores
en el 1929[33] y la Gran Depresión mundial, le hicieron imperativo a Estados
Unidos completar este cambio paradigmático de su política exterior hacia los
países de América Central y el Caribe. La Gran Depresión fue de tal magnitud
que hizo tambalear la economía mundial, y especialmente la de Estados Unidos.
El comercio mundial se redujo en 25% desde 1929 a 1933. Sin embargo, en
términos de su valor monetario, el comercio mundial se redujo en 66%. Estados
Unidos sufrió una contracción en sus exportaciones del 52% en 1929 a solo el
32% en 1933.[34] Estados Unidos sufrió los estragos de la Gran Depresión, la
peor crisis económica del sistema capitalista en su historia.[35]
Hoover se vio obligado a adoptar una política de no
intervención hacia los países de la región en cuestión. En efecto práctico una
política de buen vecino silenciosa, sin llamarla así. Hoover le dejo a Franklin
Roosevelt el honor de anunciar al mundo oficialmente la adopción de la Política
del Buen Vecino en 1933.
Como hemos visto, Estados Unidos sencillamente no
podía continuar sufragando los impresionantes gastos de estas intervenciones.
Necesitaba urgentemente reactivar su maltrecha economía. La solución de
Washington fue poner fin a estas intervenciones, ganarse la buena voluntad de
los países de América Latina y emprender la recuperación económica mediante
tratados bilaterales de comercio para aumentar sus exportaciones y proveerse
mutuamente de recursos económicos mediante el aumento de sus exportaciones a
Estados Unidos. El cambio paradigmático en política exterior estadounidense se
puede expresar sucintamente en cambiar el énfasis de su política exterior, de
un estratégico político a un estratégico económico.
Franklin
Roosevelt expresó su política exterior con las siguientes palabras: “The most
important item in our country’s foreign policy is the economic exchange of
merchandise”. Por su parte el Secretario de Estado, Cordell Hull,
enfatizó la eliminación de la política de poder militar y propuso descongelar
los canales de comercio e inversiones, consciente que América Latina era el
área más prometedora para la recuperación de los mercados estadounidenses.[36]
Estos cambios en política exterior se comenzaron a
notar tan temprano como el cuatrienio del presidente Hoover. Este se abstuvo de
invadir a país alguno de la región durante su incumbencia. Prefirió utilizar a
sus servicios diplomáticos para resolver problemas y negociar tratados
bilaterales de comercio. Aunque es cierto que amenazo con intervenciones
militares en tres ocasiones desde el 1929 hasta el 1934, estas eran meramente
un bluff, utilizado como palanca para obtener el consentimiento de los países
de la región en negociaciones diplomáticas.[37] La política de Hoover hacia la
región en cuestión se ve claramente encarnada en dos ejemplos: los casos de
Panamá y Haití en 1931. En Panamá surge una guerra civil, y Haití cae en mora
en sus deudas a Estados Unidos.
Hoover se rehúso a intervenir en ambos
casos.[38] Varios historiadores que notaron este cambio de política exterior
silenciosa, se expresan de la siguiente manera:
1. Donald
Dozer argumenta que durante la década de los ’20, los encargados de elaborar y
revisar la política exterior de Estados Unidos se alarmaron ante el deterioro
de sus relaciones con América Latina y decidieron derogar la política del Gran
Garrote.[39]
2. Alexander
de Conde argumenta que Hoover fue el iniciador de la Política del Buen Vecino y
que Franklin Roosevelt meramente la anunció oficialmente y la expandió desde el
1933 en adelante.[40]
3. Robert
Farrell, secunda la opinión prevaleciente entre otros historiadores a los
efectos de que la política de Hoover era una de no-intervención.[41]
4. Lloyd
Gardner concluye que la política del Buen Vecino que anuncio Roosevelt fue la
culminación de diez años precedentes a la inauguración de Roosevelt en el
pensamiento del Departamento de Estado.[42]
[1] Franklin
Delano Roosevelt, Inaugural Address, Delivered, March 4th, 1933 and
Encyclopedias, www.fdrlibrary.edu/resources/images/msf/msf00628
[2] The
Roosevelt Corollary and Latin America, U. S. History, https://www.ushistory.org/us/44e
[3] Bemis,
Samuel Flagg, The Latin American Policy of the United States, Hardford, Brace
and Company, New York, 1943 p. 185
[4] Pérez,
Jr., Louis A., Cuba Bajo La Enmienda Platt, 1902-1934, , University of
Pittsburgh Pres, Pittsburgh, 1986, pp. 109-110
[5] Perez,
Jr, Louis A., The War of 1898, The University of North Carolina Press, Chapel
Hill and London, 1998, Passsim
[6] Lombardi
Cathryn L. and Lombardi., John V., Latin American History: A Teaching Atlas,
University of Wisconsin Press, Madison Wisconsin, 1983, p. 26
[7] Early,
Edwin, et al, The Historical Atlas of South America, Macmillan USA, New York,
1998, p. 121: Bemis, Samuel Flagg, The
Latin American Policy…, pp. 149-50
[8] ,
O’Brian, Martin K., General Editor, Atlas of World History, From the Origins of
Humanity to the Year 2000, Oxford University Press, New York, 1999, pp. 62,
162, 227; Early, Edwin, et al, The Historical Atlas of South America, Macmillan
USA, New York, 1998, p. 121
[9] Invasion
of Dominican Republic, 1905, www.ushistory.org/us
[10] Bemis,
The Latin American Policy, p. 162
[11] Ibíd.,
p. 210
[12] Early,
The Historical Atlas, p. 121; #14, O’Brian, Atlas of World History, p. 227;
#13, Lombardi, Latin American History, p. 227.
[13]
Lombardi, Latin American History, pp. 26, 62
[14] Bemis,
The Latin American Policy, p.186
[15]
Lombardi, Latin American History, p. 26; O’Brian, Atlas of World History, p.
227; Bemis, The Latin American Policy, p. 164
[16]
Musican, The Banana Wars, Macmillan Publishing Company, Ney York, 1990#12,
Early, The Historical Atlas, p. 121; Pérez, Jr., Cuba, p 103-108; #114;
Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State,
https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d257p 127; Pe6rez,
Jr., Cuba, pp. 160-61
[17] O’Brian,
Atlas of World History, p. 227
[18] Ibíd.,
p. 227
[19] Ibíd.,
p. 227
[20]
O’Brian, Atlas of World History, p. 227; Lombardi, Latin American History, p.
62; Early, The Historical Atlas, p. 121; Bemis, The Latin American Policy, p.
210
[21] Early,
The Historical Atlas, p. 121
[22] Bemis,
The Latin American Policy, pp. 116-17
[23]
O’Brian, Atlas of World History, p. 227; Lombardi, Latin American History, pp.
62, 68; Early, The Historical Atlas, p. 115
[24]
Lombardi, Latin American History, p. 68
[25] Meyer,
Michael C. and Breezley, William H., The Oxford History of Mexico, Oxford
University Press, New York, 2000, p. 460
[26] Meyer,
The Oxford History of Mexico, p. 461
[27] Early,
The Historical Atlas, p. 121; #1, Bemis, The Latin American Policy, pp. 149-50
[28] Bemis,
The Latin American Policy, pp. 203, 209
[29] Ibíd., p. 278
[30] Ibíd., p. 151
[31] Ibíd., p. 191
[32] Ibíd.,
pp. 221, 213
[33]
Steward, Dick, Trade and Hemisphere: The Good Neighbor Policy and Reciprocal
Trade, University of Missouri Pres, Columbia, Missouri, 1975, p. 1
[34] Ibíd., p. 2
[35] Ibíd.
[36] Ibíd., p. 9
[37] Curry,
E. R., Hoover’s Dominican Diplomacy and the Origins of the Good Neighbor
Policy, Garland Publishing, New York and London, 1979, p. 10
[38] Bemis,
The Latin American Policy, p. 221
[39] Are we
Good Neighbors? Three Decades of Inter-American Relations, 1930-1960,
Gainsville, Florida, 1959, p. 12, citado en, Curry, E. R., Hoover’s Dominican
Diplomacy and the Origins of the Good Neighbor Policy, Garland Publishing, New
York and London, 1979, p. 6
[40]
Hoover’s Latin American Policy, Stanford and London, 1951, p. 124, citado en
Curry, E. R., Hoover’s Dominican Diplomacy and the Origins of the Good Neighbor
Policy, Garland Publishing, New York and London, 1979, p. 3
[41] American
Diplomacy in the Great Depression: Hoover-Stimson Foreign Policy, 1929-1933,
New Heaven Connecticut and London, 1957, p. 215-233, citado en, Curry, E. R.,
Hoover’s Dominican Diplomacy and the Origins of the Good Neighbor Policy,
Garland Publishing, New York and London, 1979, p. 4
[42]
Economic Aspects of the New Deal Diplomacy, Madison, Wisconsin, 1964, citado en
Curry, E. R., Hoover’s Dominican Diplomacy and the Origins of the Good Neighbor
Policy, Garland Publishing, New York and London, 1979, p. 5