Jose Carrión, uno de los miembros de la Junta de
Control Fiscal para Puerto Rico, escribió el siguiente artículo que apareció en
inglés el 17 de diciembre de 2018 en el Washington Post. El mismo fue publicado
en español el jueves, 20 de diciembre de 2018 en el periódico El Nuevo Día de
Puerto Rico.
PERSPECTIVAS DE LA JUNTA
Por José B. Carrión
Jueves, 20 de diciembre de 2018
Andrew G.
Biggs, miembro de la Junta de Supervisión y Administración Financiera para
Puerto Rico y académico residente en el American Enterprise Institute, es
coautor de esta columna.
La legislación bipartita de 2016 que
creó la Junta Federal de Supervisión y Administración Financiera para Puerto
Rico, de la cual somos miembros, incluyó una intención explícita del Congreso
de que “cualquier solución duradera para la crisis fiscal y económica de Puerto
Rico debe incluir reformas fiscales permanentes y en pro del crecimiento”.
Y, sin embargo, la Junta hoy proyecta
que la economía de Puerto Rico dentro de cuatro décadas no será más grande de
lo que es hoy. ¿Qué salió mal?
Para la mayoría de los estadounidenses,
Puerto Rico trae a la mente solo dos palabras: quiebra y huracán. Irónicamente,
el impago de la deuda de la isla de 2016 y el devastador huracán María de 2017 estimulará
el crecimiento económico a corto plazo en Puerto Rico. La legislación de
quiebra aprobada por el Congreso le permite a Puerto Rico deshacerse de parte
de su deuda abrumadora, mientras que los $82,000 millones en ayudas federales y
pagos de seguros privados producirán una explosión de actividad económica. Pero
una vez se disipa el estímulo federal, el crecimiento desacelera. La migración continúa,
reaparecen los déficits presupuestarios, y no se puede descartar una futura
crisis fiscal.
Puerto Rico tiene muchos problemas. El
más importante, por mucho, es que muy pocos de sus residentes tienen empleos.
La tasa de participación laboral de Puerto Rico de 40 porciento no solo es
menor que la de cada estado de los Estados Unidos y cada una de las restantes
islas del Caribe, que promedian en el rango de los bajos 60, sino también del
97 por ciento de los más de 200 países y territorios que encuesta el Banco
Mundial. Si Puerto Rico mejorara su participación laboral a tan solo al 54 por
ciento que tiene Virginia Occidental, la más baja de los Estados Unidos
continentales, la economía mejoraría por casi 11 por ciento, aumentarían los
recaudos por impuestos y la tasa de pobreza de 44 por ciento se desplomaría.
Pero si la participación laboral permanece baja, Puerto Rico será pobre para
siempre.
Una participación laboral que está en el
3 por ciento más bajo a nivel global no ocurre por accidente. Es el resultado
de políticas públicas bien intencionadas, pero mal dirigidas. Y no se ha hecho
lo suficiente por cambiarlas.
El pobre ambiente para hacer negocios en
Puerto Rico, clasificado 64to en el índice de Facilidad de Hacer Negocios del
Banco Mundial vs. el sexto que ostenta Estados Unidos, frena el crecimiento en
empleos. Más aún, los altos beneficios mandatorios—12 días de enfermedad, 12
días de vacaciones pagas, hasta $600 de bono de Navidad y ocho semanas de
maternidad paga—junto a protecciones laborales que hacen que sea costoso
despedir a un empleado que resulta insatisfactorio, desalientan el que los
patronos contraten más empleados. Finalmente, Puerto Rico no tenía ni un
crédito por ingreso devengado ni un requisito de trabajo para su programa de asistencia
alimentaria, en el cual casi el 40 por ciento de sus residentes está
registrado. Cuando los beneficiarios sí trabajan, la eliminación de sus
beneficios significa que a menudo no están mucho mejor si trabajan.
Como resultado, Puerto Rico no tiene más
empleados en las industrias relacionadas al turismo que Nebraska, a pesar de
que la población de Puerto Rico es un tercio mayor. Si las políticas laborales
de Puerto Rico no fueran dañinas para los empleos y los salarios, todos los
estados las tendrían también. De hecho, hasta los estados más progresivos
carecen de requisitos como los que tiene Puerto Rico.
La Junta ha presionado fuertemente para
que se lleven a cabo reformas. Las más importantes—la reducción de beneficios
mandatorios y cambiar a Puerto Rico hacia una jurisdicción de empleo voluntario
similar a los estados—fueron rechazadas por la legislatura de Puerto Rico. Y,
contrario a la Junta de Control de Washington, D.C. en la década de 1990 o el
administrador de emergencia de Detroit, la Junta de Supervisión de Puerto Rico
no puede obligar legislación alguna. La administración del gobernador Ricardo
Rosselló accedió a reformas de negocios y un requisito de trabajo para el
programa de asistencia alimentaria, pero el gobierno está implementado ambos
lentamente. Solo permanece una propuesta para el crédito por ingresos
devengados y sus efectos serán tenues si no se complementan con otras reformas.
Por lo tanto, el economista de la Junta proyecta que no habrá recuperación a
largo plazo.
La negativa de Puerto Rico de
liberalizar su mercado laboral informa un modelo económico más amplio que le ha
fallado a los puertorriqueños. El gobierno reparte empleos, contratos de
negocios y fondos de reconstrucción, aun cuando los puertorriqueños hablan
abiertamente de apadrinamiento, politización e influencias desde adentro. El
propio Rosselló es un político joven y brillante con tendencias reformistas.
Pero opera en un ambiente político en el cual el rol del gobierno en la vida de
la gente es ubicuo, a menudo corrosivo.
A Puerto Rico no le han faltado las
advertencias acerca de la necesidad de soltar el agarre del gobierno. El
economista ganador del Premio Nobel, James Tobin, alertó en un informe de 1975
que “la única base duradera para la prosperidad es desarrollar y mantener
actividades económicas en la isla que sean competitivas internacionalmente”.
Sin embargo, hoy en día se hace muy poco por lograr esa meta.
Puede que Puerto Rico se deshaga de algo
de su deuda a través de la quiebra y que reconstruya su infraestructura con
ayudas federales, pero sin un compromiso robusto de llevar a cabo reformas
económicas, las debilidades subyacentes que hicieron a Puerto Rico vulnerable a
la quiebra permanecerán. Como ciudadanos americanos, los residentes de Puerto
Rico pueden mudarse libremente a los Estados Unidos continentales, como lo
hicieron cientos de miles aún antes del huracán María. Allí pueden disfrutar de
una economía que ofrece menos beneficios mandatorios y protecciones laborales
más holgadas, pero la oportunidad de encontrar un empleo y construir un sueño.
Pero los puertorriqueños que deseen
permanecer en la isla donde nacieron merecen algo mejor. Y no deberían tener
miedo de exigirlo.
Esta columna fue publicada en inglés el 17 de diciembre de 2017, en The
Washington Post.
Tengo que destacar que don José no hace mención en lo
absoluto en su artículo de que Puerto Rico ha sido una colonia del gobierno de
Estados Unidos (GEU) por los últimos 120 años. Eso es un hecho que debería ser muy
relevante en su desarrollo de su tesis. Sin embargo, él prefiere echarle toda la
culpa por la crisis en Puerto Rico a los puertorriqueños.
Las reformas para resolver la crisis, según don José, debería
ser aún más severas para los que hemos sufrido más de un siglo de subordinación
política.
No es posible reformar el colonialismo en Puerto Rico,
porque eso sería al contrario del propósito explícito de explotar totalmente al
puertorriqueño. ¿Por qué crees que hay más puertorriqueños fuera de su territorio
nacional o en las fuerzas armadas de Estados Unidos? ¡Eso no es de casualidad!
Le recomiendo este libro sobre el reformismo en Puerto Rico: https://www.keepandshare.com/doc/6462438/01lucha-por-la-independ-pdf-517k?da=y
Don José dijo en su artículo que para los estadounidenses,
Puerto Rico le trae solamente 2 palabras a sus mentes, quiebra y huracán. ¿Por
qué?
El gobierno de Estados Unidos ha escondido de su mismo
pueblo el hecho de que Puerto Rico es su colonia. La prensa estadounidense y la
misma Organización de Naciones Unidas (ONU) no transmiten en vivo por radio y televisión
la vista anual, el lunes después del Día de los Padres, sobre la descolonización
de Puerto Rico. Oprima el siguiente enlace para ver nuestra transmisión del
2016: https://www.youtube.com/watch?v=otzBslJLbI0
La mayoría de los estadounidenses desconocen que su país
está en violación de la Carta de la ONU que prohíbe el colonialismo desde su fundación
en el 1945.
La mayoría de los estadounidenses desconocen que su país
está ignorando 37 resoluciones de la ONU pidiéndole que le devuelva inmediatamente
la soberanía de Puerto Rico a los puertorriqueños. ¡Eso significa que el GEU está
cometiendo un crimen en contra de la humanidad!
Y la mayoría de los estadounidenses desconocen que el
mundo considera al GEU como la amenaza más grande a la paz mundial. https://www.strategic-culture.org/news/2017/08/07/polls-us-greatest-threat-to-peace-world-today.html
Por eso todos tenemos que hacer resistencia permanente
para obligar al GEU a cumplir con la voluntad democrática de la comunidad
internacional. ¡Involúcrate, porque los que esconden la verdad para continuar explorándonos,
no creen en la LIBERTAD Y EN LA JUSTICIA PARA TODOS! https://www.facebook.com/groups/1697349163904877/
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