Como puertorriqueño –de nacimiento, crianza y ciudadanía– me uno al dolor y a la rabia del pueblo hondureño ante el vil asesinato de la líder indígena Berta Cáceres. Su voz y su ejemplo seguirán vivos. No hay poder que pueda acallar su voz o borrar su ejemplo.
A la vez que asesinaban a la compañera de todos nosotros en Honduras, en Puerto Rico recordábamos el también vil asesinato de la estudiante universitaria Toñita Martínez Lagares cometido por la policía colonial el 4 de marzo de 1970. Su voz y su ejemplo también siguen vivos. Pasados 46 años de su asesinato, la juventud puertorriqueña sigue escuchando su voz clamando por justicia ante los atropellos de la policía contra los estudiantes. La dignidad no muere.
Por ser hoy el día que es, Día Internacional de la Mujer –aunque creo que el honrar a la mujer es tarea de todos los días– quiero nombrar a algunas de esas mujeres que se han sacrificado por el bien de todos. Así lo hago a través de mi poema Con el machete en la falda*.
Con el machete en la falda
Blanca Canales, Carmín Pérez,
Lolita Lebrón, Rosa Collazo,
Juanita Ojeda, Isabel Rosado,
no habría Patria sin ustedes.
Sin ese fuego del alma,
sin esa pasión de amor patrio,
sin ese corazón revolucionario,
moriría nuestra esperanza.
Tú, Dominga, heroica mulata,
que en Ponce salvaste la bandera,
pues no dejaste que al piso cayera,
prefiriendo te masacraran.
Tú, Adelfa, que piqueteabas solitaria,
hasta que un camión destrozó tus piernas,
pero aún así en tu sillón de ruedas,
continuabas marchando por tu Patria.
Tú, Evelina, tú, Rosa Escobar,
que allá en las calles neoyorquinas,
confrontaban a la policía,
dando cara por nuestra comunidad.
Tú, María Mercedes, tú, Mariana,
Lola Rodríguez y tú, Isolina,
tú, mujer Cadete de la República,
todas son la fuerza de la Patria.
Carmín, Isabel, Doris Torresola,
las veo pistola en mano,
en defensa de Pedro Albizu Campos,
dispuestas a morir si era la hora.
He conocido tantas mujeres,
que por la Patria darían la vida,
unas confrontando la Marina,
otras afilando sus machetes.
Doña Pupa, Carmín, Blanca Canales,
pitirres de alma boricua,
con la pasión de Alejandrina,
de doña Loida, Jayuya y Lares.
Y tú, Beatriz, guerrillera silenciosa,
clandestina en el amor,
que vas dejando una flor,
en cada alma que tocas.
Y tú, Miñi, ¿dónde estaba tu fragilidad,
cuando pistola en mano
y con tu niño a tu lado,
dormías en el techo de Claridad?
Y usted, gentil doña Aida,
que no tira ni una piedra,
la vi cruzando la verja,
pasara lo que pasara.
Y a ti Rita y doña Josefina,
las veo en el frente en Nicaragua,
oyendo cañones, recogiendo balas,
cruzando los montes con los Sandinistas.
Y a ti, Martita, «la cieguita»,
que según cuenta la gente,
con tu bastón veinte-veinte,
bastoneabas la policía.
Y tú, lajeña y tú, pepiniana,
dos boricuas en la Palestina,
donde para salvar vidas,
a ser escudos se prestaban.
Y tú, Alejandra, ¿quién sabe de ti?
que en Chile diste la vida,
cuando las hordas pinochetistas,
asesinaron tu porvenir.
Y usted doña Luisa,
valiente viequense de amor y fuerza,
para usted nunca fue un juego,
sacar a la Marina de Vieques.
Y usted doña Leonides Díaz,
madre y revolucionaria,
que ni los dolores del alma,
le hicieron doblegar rodilla.
La mujer puertorriqueña,
siempre ha marchado al frente,
siempre ha dicho presente,
por su patria, por su bandera.
Unas veces caminando sola,
por los ríos y montañas,
con su machete en la falda,
y en su corazón ¡la gloria!
A esta lista de heroínas nuestras podemos, con orgullo, añadir a las hermanas Alicia y Lucy Rodríguez, Alejandrina Torres, Dylcia Pagán, Carmen Valentín y Haydee Beltrán, quienes cumplieron veinte años en las prisiones del imperio por su lucha por la independencia de Puerto Rico a través de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) dentro del territorio nacional estadounidense. Y tantas y tantas otras, cuyos nombres ni siquiera sabemos, pero cuyas vidas han hecho posible que sobrevivamos como pueblo. ¡Gracias a todas!
* Publicado en: Cancel Miranda, Rafael. Del cimarrón a los Macheteros. San Juan: Edición Privada, 2008.
Rafael Cancel Miranda
Se llega más pronto a la meta de pie que de rodillas.
Se llega más pronto a la meta de pie que de rodillas.
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