En 1775 la frase que selló el futuro de Estados Unidos fue “Dadme libertad o dadme muerte”, atribuida a Patrick Henry. A partir de ahí se optó por la sedición y la revolución contra el imperialismo. Eran cuatro gatos.
Probablemente hubo quien se mofó del exabrupto. Quien le dijo ridículo y exagerado, enajenado de la realidad. O terrorista.
Pienso en eso en estos días cuando en el coraje inmenso que me provoca la situación del país me preguntan “¿Qué vamos a hacer?”, y respondo sin encomendarme a nadie: “Derrocar al gobierno de Estados Unidos en Puerto Rico”.
A muchos se les cae la quijada y desvían la mirada buscando quién nos escucha. Otros se mofan abiertamente o sonríen con ironía. La burla es el síntoma de un miedo atroz. El miedo es el estigma del oprimido. La burla en labios del oprimido es patética. Por eso no me afecta. Me da lástima.
¿Qué es lo que quieren que les conteste? ¿Que nos acomodemos a esperar a que pase el vendaval? ¿Que la Junta nos va a salvar?
La Navidad premeditadamente feliz que estoy celebrando con familia y amigos no impide que despida el 2016 y reciba el 2017 con mucha indignación. Indignación que ya trasciende la Junta y la maldita clase política para alcanzar a los que se hacen los bobos.
A los que se disponen a acomodarse en una especie de tormentera diseñando con cuidado métodos egoístas de sobrevivencia personal. No entienden que ya no hay salvación individual. Nos salvamos todos o no se salvan nada más que los que tienen yates que flotan o se acomodan eñangotados en la barriga del crucero de la Junta.
A los que insisten en preguntar qué van a hacer “los sectores a los que más afectan las decisiones de la Junta” como si de ellos no se tratara el asunto.
Alcanza a los que preguntan qué vamos a hacer como si la respuesta fuese a cambiar.
Si a estas alturas los que leen, ven y escuchan se preguntan lo que hay que hacer, son ciegos, sordos o sencillamente estúpidos. Todos sabemos lo que hay que hacer.
Lo que pasa es que para admitir que lo sabemos también tenemos que admitir que eso solo se logra siendo una nación que se manda a sí misma y para eso, a su vez, hay que salir del amo.
Y a eso no estamos dispuestos.
¿Cuándo fue que dejamos de parir libertadores para parir comodines?
¿Cuándo nos extirparon el gen de la libertad que ha movido la historia y el mundo?
Y no me vengan con que somos libres porque fíjate, Wilda, puedes decir lo que te dé la gana y no te fusilan. Valiente libertad la que nos permite el pataleteo amarrados a una estaca.
La Junta colonial ya ha escogido por nosotros. Muerte. Sumisión y muerte al que no sobreviva. Sorry.
Si quieren un feliz año nuevo, empiecen a pensar cómo hacerlo.
Mírense al espejo y díganse que no saben lo que hay que hacer… para que el espejo se burle.
Entonces chequeen con los vecinos. Apuesto que no saben cuál es la situación del vecino en esta encrucijada de todos. Invítenlo a planificar juntos las cosas sencillas, como ir juntos a hacer la compra y dividirse el costo de abastos comunes. Eso se llama solidaridad.
Entonces chequeen un grupo en la comunidad que esté organizando algo que no les intimide tanto como una revolución pero que los haga sentirse menos impotentes.
O decidan de una vez por todas que Puerto Rico merece una mejor oportunidad. Y conspire. Conspire por su patria, que eso es lo que hacen las mujeres y los hombres libres.
Por eso Oscar López Rivera es más libre que Obama.