Este artículo fue publicado en la página 3 del periódico CHISPA, REGION ESTE para junio 2016. Este periódico es órgano oficial del Partido Revolucionario de los Trabajadores Puertorriqueños – Macheteros.
…Y cogieron a Salcedo, lo llevaron hasta el río, lo
sumergieron y lo apretaron y lo apretaron, hasta que no respiró más. Existen historiadores y maestros de salón de
clases que sostienen que no fue un experimento de los indios puertorriqueños
para saber si lo españoles era mortales o no.
Afirman que fue muestra de la indignación provocada por los abusos en
las minas de los ríos como de la montaña Macanea, en donde dejaban la vida
nuestros nacionales para llenar de oro los bolsillos de los españoles. Esta fue la primera declaración de guerra y
la primera manifestación de lucha armada que desencadenó en el primer
levantamiento armado de nuestro pueblo contra los opresores que se haya
registrado en la historia de la Isla. El
mismo fue en 1511 y el segundo en el 1513.
Hay historiadores que señalan que los indios puertorriqueños no dejaron
de pelear contra los españoles hasta pasado el siglo 16 como el compañero
Sued-Badillo. Hay que entender que era
una guerra de defensa en la cual le iba la vida a los aborígenes.
Vemos como la lucha armada no es otra cosa que un
método de defensa de nuestra permanencia como pueblo. No es una acción por capricho, ni mucho menos
por hacer daño. La lucha armada es un
recurso de defensa que utilizan los pueblos cuando se ven amenazados en ser
destruidos por parte de intereses extranjeros.
Obviamente los españoles tenían como objetivo no precisamente el
cristianizar a nuestro pueblo. En primer
lugar llenaron las arcas de España con oro que sacaron de las minas de Macanea
y los ríos de Maunatabón como decía el Comandante Juan Antonio Corretjer. Después que trataron de exterminar a la raza
primigenia de nuestra Isla importaron negros desde la misma Península, que
fueron obligados a tener como religión la de los blancos y hablar su
idioma. Estos se revelaron de las formas
más variadas desde negarse a trabajar, huir de las haciendas y de las minas,
hasta levantarse en armas. Según los
registros el primer levantamiento de negros en América fue en Borinquén, en
1514. Este dato nunca se ensena en las
escuelas.
La lucha se tornó un tanto pasiva en lo que podemos
llamar “resistencia pasiva” durante los siglos 17 y 18. En estos siglos compañeros como Ángel Quintero
y Juan Hernández señalan que la resistencia contra el sistema se demostró con
el cimarronaje, huyendo de la hacienda, de la zona urbana en el caso de los
indios y de la inquisición los blancos sefarditas y blancos que vinieron
obligados al Nuevo Mundo por violentar las leyes de la clase dominante en España. Este grupo que vivían al escape de las
autoridades oficiales fue el que creó una nueva cepa de puertorriqueños. Eran mulatos, irreverentes, quienes vivían
sin iglesia y sin Estado, produciendo lo que necesitaban para poder sobrevivir,
mercadeando mediante el contrabando sus mercancías. Paralelamente también se creaba una clase
dominante a imagen y semejanza de España, con los valores de “La Madre Patria”
pero con contradicciones irreconciliables con los españoles. Estos fueron los hacendados al estilo de Ramón
Power y Girald y Juan Alejo de Arizmendi, quienes estaban
claros que eran puertorriqueños y sus intereses eran distintos a los de España en
Puerto Rico representando por el Estado y por la Iglesia.
De otro parte estaban los cosarios nacionales como
Miguel Henriques que se sentía puertorriqueño a tal grado que enarbolaba una
bandera roja en sus embarcaciones corsarias diciendo que era la bandera de
Puerto Rico. Este mulato fue la persona más
rico de la isla pero quiso insertase dentro del sistema y el mismo no le permitió
entrar al mismo apresándolo y embargándole toda su riqueza. Para el siglo 19 se establece la Cédula de Gracia
y se crea una nueva clase dominante y una nueva lucha de clases. En esta ocasión eran los nuevos hacendados
contra los comerciantes españoles y el clero.
La historia registra un levantamiento en el 1837 por parte de
Buenaventura Quiñones, que quien por su condición de hacendado necesitaba el
aparato político para hacer leyes que protegieran los intereses de clase de la
nueva clase hacendada en Puerto Rico y sacar del gobierno a los comerciantes españoles,
que oprimían y le embargaban las tierras y haciendas a los nacionales cuando la
cosechas no daba los frutos necesarios.
Hay que estar claros que la nacionalidad se daba por la necesidad de
clase y por la lucha de los privilegios que daba el poder político. Los mismos los necesitaban los hacendados y tenían
que recatarlos de los españoles y no mediante un referéndum sino mediante la razón
de la fuerza. La lucha armada una vez más
señala el camino a seguir para rescatar el poder de los opresores de la nación puertorriqueña.
Ya sabía el Dr. Ramón Emeterio Betances de cuál era el
camino a seguir para rescatar los derechos que necesitaba Puerto Rico eliminar
la esclavitud, la Ley de la Libreta y el derecho de expresión. No podemos negar que se trató mediante las
leyes y la sugestión, pero volvemos a plantear que “Los privilegios de clase,
no se seden pacíficamente” por lo que obligaba a los que buscaban un espacio
dentro de los privilegios de España en Puerto Rico a utilizar TODOS LOS MEDIOS
A SU ALCANSE, entiéndase la lucha armada.
Es por eso que el levantamiento de Lares fue un grito de defensa de los
intereses de los hacendados, esclavos y jornaleros puertorriqueños, contra la opresión
española.
Betances nunca excluyó los métodos de lucha, iba desde
la compra de niños esclavos, hacer negociaciones con los miembros de
organizaciones de otras ideologías, hasta el derecho que nunca renunció de la
lucha armada. Lo cual utilizó incluso
desde el destierro. En el siglo 20 el
heredero de la lucha Betancina fue el Maestro Pedro Albizu Campos. Albizu se enfrentó con la realidad de vencer
o morir ya que el imperio norteamericano había puesto precio a su cabeza por
hacer consciencia en las grandes mayorías del pueblo. El temor que organizó tanto el gobierno de
Puerto Rico como el de Estados Unidos fue uno criminal. Se llevaban a cabo experimentos de cáncer,
anticonceptivos, fluoruro era denunciado por parte patriota, por lo que fue
encarcelado y atacado con radiación, lo cual fue minando su salud, asesinándolo
poco a poco. No les quedo otro camino
que el coger las armas, a Dios rogando y con el mazo dando. La Masacre de Ponce, la de Utuado, la persecución,
el Macartismo, el prohibir el empleo de independentistas, nacionalistas,
comunistas, socialistas arrinconó a un sector de la población y en defensa del
patrimonio y del derecho al trabajo hace que se levante un grupo de personas
defendiendo sus derechos de vivir en paz.
La ofensiva de la educación en inglés, los valores distorsionados de una
historia que no es y la imposición de un sistema colonial a través del Estado
Libre Asociado, hace que la defensa de nuestro idioma y nuestra nación se haga
de una forma viril por parte de hombres y mujeres con columna vertebral. Se meten al Congreso Federal, a la Casa
Blair, a la Fortaleza para con una acción concertada denunciar al mundo el caso
colonial de Puerto Rico. Lo lamentable
es que muchos de los esbirros que apresaron torturaron a los patriotas en aquel
momento hoy se cubren el trasero con libros y posturas trasnochadas afirmando
que Puerto Rico es una colonia.
La lucha armada es un derecho sagrado e irrenunciable
que tiene los pueblos para no tener que suicidarse, derecho que no podemos
renunciar no ahora ni en el futuro. Es
el derecho a la autodefensa como pueblo, como nación y como seres humanos de
reclamar una patria libre soberana y socialista.
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