por Mara S. Martínez Santori
Mi abuelo nunca fue el típico abuelo alcahuete,
cariñoso, ni interesado en “small talk”. Mi abuelo le interesaba mis logros
académicos y deportivos, pero fuera de eso no tenía mucho que hablar con él.
Me intimidaba su inteligencia y su cultura. Sobre todo,
cuando le preguntaba opiniones políticas, temía equivocarme en cómo hacer la
pregunta para que no pensara que tenía una nieta inculta.
Inconscientemente, mi abuelo me retaba a educarme
para intentar subir a su nivel de intelecto para poder entender sus visiones
socialistas y sus argumentos de una sociedad más justa e independiente, sobre
todo para nosotros los puertorriqueños.
Mi abuelo fue el epítome de una persona
multifacética: baloncestista nacional y olímpico, ingeniero industrial, maestro
de tenis, dirigente de baloncesto, profesor universitario, you name it.
Sin embargo, sobre todas las cosas la parte más
inspiradora de mi abuelo era su perseverancia como patriota. Mi abuelo me
enseñó que la educación es el arma más poderosa que poseemos.
Me siento orgullosa de haber heredado ese sueño de
ver un Puerto Rico libre, así como él lo deseo desde temprano en su vida hasta
su último momento.
Hoy Puerto Rico se despide de un gran patriota, y
yo me despido de mi abuelo querido. La lucha continúa.
Descansa en paz Abuelo Fufi.
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