por Carlos Gallisá /
Especial para CLARIDAD 10 al 16 de nov. 2016, p. 25
Mi amiga
Wilda Rodríguez, en un artículo que titula ¿Debe desaparecer el PIP?, responde,
asumo yo, a un trabajo que publique en CLARIDAD bajo el titulo Independencia y
Elecciones.
Contrario a
Wilda no voy a adjudicarle a ella motivaciones escondidas, odio, ni
resentimientos personales como las motivaciones para su escrito.
Tampoco,
contrario a Wilda, voy a entrar en análisis psicológicos y adjudicarle posturas
“no verbalizadas” entiéndase ocultas en la mente, para responderle y refutarle.
Vamos entonces
a lo que importa, en la confianza que podamos comunicarnos con honestidad y
respeto.
Wilda comienza
su escrito con la siguiente afirmación: “La desaparición del Partido
Independentista Puertorriqueño (PIP) ha sido la condición no verbalizada que
han impuesto algunas figuras valiosas del independentismo puertorriqueño para
adelantar eventos de concertación de la izquierda”.
Si es a mí a
quien ella se refiere tal afirmación es falso.
Una organización como el PIP, con ese nombre o con otro, ha de existir
siempre en la lucha de independencia pues responde a una realidad política. Siempre habrá un sector del independentismo
que se define en términos generales como electoralista, conservador en lo económico
y social, legalista y que rechaza otras formas de lucha que impliquen
violencia.
El PIP
aglutina mayoritariamente ese independentismo.
Es una realidad que no se puede ignorar.
El problema entonces no es la existencia del PIP. El diferendo es con su política. En el pasado la hemos criticado públicamente pero
también hemos hecho acercamientos personales en un intento por lograr
entendimientos que nos permitan adelantar la lucha. En las elecciones del 2000 llamamos (PSP) a
votar por el PIP sin exigir nada. Invitamos
a Rubén Berrios al Festival CLARIDAD y esa noche se dio el acto más masivo de
toda la campaña del PIP.
Lo hicimos
por 2 razones: Rubén se merecía un respaldo por su protesta en la playa de
Vieques y porque tal acercamiento podía producir instancia de un trabajo
unitario. Rubén obtuvo más de 80 mil
votos (5.2%). En el 2000 tanto el PIP como
nosotros llamamos aquello convergencia.
Luego de las elecciones Rubén rechazó todas las propuestas de
acercamiento que le hicimos.
En junio del
año pasado (antes de aprobarse la junta) me reuní con Rubén para discutir las
elecciones del 2016 y sugerí explorar nuevas estrategias electorales. El rechazo fue total.
Me reafirmo
en que los proyectos electorales del independentismo han fracasados, todos, el
del PIP y todos los demás. Los
resultados de los últimos 50 años afirman el fracaso. La mejor demostración fue en el 1976 con un 6%
sumando al PIP y al PSP.
Hace tiempo
que nuevas estrategias electorales debieron haberse explorado. Pero hace años que no hay comunicaciones, y aún
menos, debate. A cualquier señalamiento critico
se le despacha imputando motivaciones escondidas. Vivimos entonces en una izquierda sin debate
y no hay que ser un gran teórico para saber que ello conduce al anquilosamiento
(de lo que no estamos lejos) y eventualmente a la muerte política o a
convertirnos en un movimiento folclórico.
Participar o
no en las elecciones debe tratarse como una cuestión táctica. No hay que escoger entre nunca participar o
siempre participar. Se participa cuando
hay condiciones propicias para adelantar la lucha y no se participa cuando no
existen esas condiciones. Las condiciones
del 2016 son un buen ejemplo. La gran mayoría
del independentismo las considero irrelevantes, inconsecuentes y que no resuelven
nada luego del nombramiento de la Junta.
Más allá del independentismo hay también un sentir similar.
En la
repuesta a esta burla electoral y humillación imperial tenemos una diferencia
profunda en el independentismo. El PIP
asume la política de participar siempre (no importa qué) y establece como meta
quedar inscrito, al igual que en cualquier elección antes de la Junta. Es como si aquí no hubiera pasado nada y
fuera una elección colonial más. Otros
anuncian votar por el PIP (como si fuera la primera vez que lo hacen) como
respuesta a la Junta, acompañados algunos por un lastimoso “que me cuenten”.
Ninguna elección se ha celebrado en
condiciones más propicias para un boicot electoral que las de este año.
Un llamado a la abstención masiva era la respuesta que debió dar el
independentismo en un momento donde una gran parte del pueblo puertorriqueño la
hubiera entendido y muchos la hubieran apoyado.
Las condiciones eran muy
favorables para una protesta contra la Junta y el colonialismo vía la abstención.
Luego de las
elecciones se impone organizar un amplio debate sobre la realidad puertorriqueña
y cómo el independentismo debe enfrentarla.
Es imprescindible ese debate para sacar al independentismo del marasmo
en que se encuentra. Tal vez el periódico
CLARIDAD podría auspiciar una ronda de discusiones sobre los siguientes temas:
1. La nueva realidad política de Puerto
Rico luego del 9 de junio de 2016, con la decisión del Tribunal Supremo (USA) y
la creación de la Junta de Control Fiscal.
2. Una evaluación de la participación electoral
del independentismo en los últimos 50 años y del trabajo independentista fuera
del marco electoral
3. Las distintas políticas y visiones de
lucha existentes dentro del marco electoral.
4. Nuevas estrategias de lucha dentro y
fuera del plano electoral.
Esa discusión
es una necesidad.
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