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domingo, 27 de marzo de 2016

Lo que no dijo Obama en Cuba

 
Por Arthur González
 
 
Nadie puede dudar de la inteligencia, carisma y habilidad política del presidente Barack Obama, algo demostrado en sus intervenciones públicas en La Habana.
 
Entrenado para contiendas políticas, sabe cómo ganarse la simpatía de la audiencia y para eso su equipo de trabajo prepara los discursos para acaparar la atención del auditorio.
 
En sus palabras al pueblo cubano el 23.03.2016 en el Gran Teatro Alicia Alonso, fue preciso al señalar: “los Estados Unidos no tienen ni la capacidad ni la intensión de cambiar a Cuba, cada pueblo debe hacerlo por sí mismo”. Sin embargo, las acciones cotidianas que lleva a cabo confirman que mintió.
 
Desde que asumió la presidencia, Obama aprueba anualmente 20 millones de dólares para programas subversivos, con el propósito de desmontar el sistema socialista que tanto aborrecen; mantiene activas la radio y la TV Martí para influenciar ideológicamente a los cubanos; orienta y financia a la contrarrevolución interna en actos provocativos, y se fortalecen las campañas de que Cuba “viola” los derechos humanos.
 
De conjunto con ciertas instituciones en la Isla, trabaja en la preparación de jóvenes emprendedores para que comprendan que ser un trabajador no estatal resulta mucho más beneficioso económicamente y por tanto deben separarse del Estado si desean prosperar.
 
Todo esto es inmiscuirse en los asuntos internos de Cuba de forma abierta y violatoria de las leyes internacionales, con la malsana intensión de logar su deseado cambio.
 
En este mismo discurso reafirmó lo dicho desde el 17.12.2014, que, “con la vieja política hacia Cuba, Estados Unidos no logró lo que deseaba”, entiéndase derrotar a la Revolución, y por tanto había que cambiar de táctica.
 
No es aceptable que ante una representación de la sociedad civil cubana afirme que su país no tiene ni la capacidad ni la intensión de cambiar a Cuba; todo es parte del encantamiento que pretendió trasladar al pueblo.
 
Volvió pedir que olviden el pasado, “pues perdonar y reconciliarse es el inicio del futuro”.
 
Pero a Obama en su discurso se le olvidó pedirle perdón al pueblo heroico de Cuba por los daños que su país le ha causado y aun lo hace desde hace 58 años.
 
Son miles los muertos y millones de dólares en pérdidas materiales, por la cruel y hostil política llevada a cabo en sus Programas de Acción encubierta y terrorista, que ahora Europa sufre mientras callaba ante las actividades contra Cuba.
 
La voladura del buque La Coubre el 4 de marzo de 1960 fue el primero y el saldo de muertos ascendió a 101, más 200 heridos más otros desaparecido. Le siguieron otros como la voladura en pleno vuelo de un avión civil en 1976, donde murieron 73 personas inocentes y en Miami aún vive refugiado uno de sus autores, Luis Posada Carriles.
 
Ese mismo terrorista organizó en 1997 la colocación de artefactos explosivos en 6 hoteles de la capital cubana y en el restaurante La Bodeguita del Medio, causándole la muerte a un turista italiano y heridas a varios trabajadores.
 
Actos terroristas contra embajadas y consulados cubanos en el exterior, también causaron muertos, heridos y destrucción.
 
Incendios en centros comerciales, cines, teatros, fábricas, puentes, líneas férreas, barcos pesqueros y mercantes, unidos a la guerra biológica contra personas, plantas y animales, no son cosas para olvidar.
 
De esto Obama no hizo una sola mención y haberle pedio excusas al pueblo por tales actos criminales, hubiera podido ser una buena oportunidad para empezar a construir una amistad sobre bases más creíbles.
 
El presidente habló de democracia, de la que ellos tienen, esa que discrimina por el color de la piel y el sexo; la que no da atención médica para todos sin costo alguno; la que para acudir a la universidad un estudiante debe solicitar un crédito y endeudarse de por vida; la que persigue y expulsa a los inmigrantes; paga salarios diferentes a las mujeres; la que no permite partidos políticos que atenten contra el sistema de Estados Unidos y asesina a quienes se atrevan a hacerlo como hicieron con Martín Luther King Jr y Malcon X.
 
Obama aseguró que su sistema es multipartidista, pero ninguno de esos exige cambiar el capitalismo por el socialismo, algo que pretende implantar en Cuba, ya que no se conformarían con ver dos partidos con similares objetivos, como los tienen el demócrata y el republicano.
 
Finalmente habló sobre la emigración, calificándola de “exilio”, falsa etiqueta para nombrarla; pero no dijo que fue Estados Unidos quien la promovió masivamente cuando la CIA en 1960 fabricó la Operación Peter Pan de conjunto con la Iglesia Católica, sacando de Cuba a 14 mil 48 niños sin acompañantes, incitando a las salidas ilegales de sus padres, al negarle las visas.
 
Tampoco dijo que el grupo inicial de ese “exilio” lo integraron los asesinos y ladrones del régimen del dictador Fulgencio Batista, a los que protegieron e impidieron que fueran juzgados por sus crímenes.
 
Respecto a la libertad de expresión, Obama debe saber que los cubanos hablan por los cuatro costados, protestan constantemente de lo mal hecho, pero no desean retornar al sistema capitalista y “multipartidista” que sufrieron por medio siglo sin que les resolviera los afanosos problemas que solo una Revolución socialista solucionó.
 
Lo que tiene Cuba como un puñal, es el bloqueo económico, que, al decir de los documentos oficiales estadounidenses desclasificados, no es un Embargo, sino “una guerra económica que induzca al régimen comunista a fracasar en su esfuerzo por satisfacer las necesidades del país, junto a operaciones psicológicas acrecentarán el resentimiento de la población contra el régimen”.
 
Esta guerra económica fue propuesta el 6 de abril de 1960, por Lester D. Mallory, Subsecretario de Estado para Asuntos Iberoamericanos, cuando afirmó en un memorando hoy desclasificado:
 
“…El único medio previsible que tenemos para enajenar el apoyo interno a la Revolución es a través del desencanto y el desaliento basado en la insatisfacción y las dificultades económicas”.
 
“Debe utilizarse prontamente cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba. Negarle dinero y suministros para disminuir los salarios reales y monetarios, a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.
 
De esto Barack Obama no dijo ni una sola palabra y es la esencia de sus acciones para cambiar el socialismo en Cuba.
 
Por eso José Martí, alertó:
 
“¡Los árboles se han de poner en fila para que no pase el gigante de las siete leguas!”
 
La Habana, 22/03/2016

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