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viernes, 25 de noviembre de 2016

Un debate necesario


por Carlos Gallisá / Especial para CLARIDAD 10 al 16 de nov. 2016, p. 25

Mi amiga Wilda Rodríguez, en un artículo que titula ¿Debe desaparecer el PIP?, responde, asumo yo, a un trabajo que publique en CLARIDAD bajo el titulo Independencia y Elecciones.

Contrario a Wilda no voy a adjudicarle a ella motivaciones escondidas, odio, ni resentimientos personales como las motivaciones para su escrito. 

Tampoco, contrario a Wilda, voy a entrar en análisis psicológicos y adjudicarle posturas “no verbalizadas” entiéndase ocultas en la mente, para responderle y refutarle.

Vamos entonces a lo que importa, en la confianza que podamos comunicarnos con honestidad y respeto.

Wilda comienza su escrito con la siguiente afirmación: “La desaparición del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) ha sido la condición no verbalizada que han impuesto algunas figuras valiosas del independentismo puertorriqueño para adelantar eventos de concertación de la izquierda”.

Si es a mí a quien ella se refiere tal afirmación es falso.  Una organización como el PIP, con ese nombre o con otro, ha de existir siempre en la lucha de independencia pues responde a una realidad política.  Siempre habrá un sector del independentismo que se define en términos generales como electoralista, conservador en lo económico y social, legalista y que rechaza otras formas de lucha que impliquen violencia.

El PIP aglutina mayoritariamente ese independentismo.  Es una realidad que no se puede ignorar.  El problema entonces no es la existencia del PIP.  El diferendo es con su política.  En el pasado la hemos criticado públicamente pero también hemos hecho acercamientos personales en un intento por lograr entendimientos que nos permitan adelantar la lucha.  En las elecciones del 2000 llamamos (PSP) a votar por el PIP sin exigir nada.  Invitamos a Rubén Berrios al Festival CLARIDAD y esa noche se dio el acto más masivo de toda la campaña del PIP.  

Lo hicimos por 2 razones: Rubén se merecía un respaldo por su protesta en la playa de Vieques y porque tal acercamiento podía producir instancia de un trabajo unitario.  Rubén obtuvo más de 80 mil votos (5.2%).  En el 2000 tanto el PIP como nosotros llamamos aquello convergencia.  Luego de las elecciones Rubén rechazó todas las propuestas de acercamiento que le hicimos.  

En junio del año pasado (antes de aprobarse la junta) me reuní con Rubén para discutir las elecciones del 2016 y sugerí explorar nuevas estrategias electorales.  El rechazo fue total.

Me reafirmo en que los proyectos electorales del independentismo han fracasados, todos, el del PIP y todos los demás.  Los resultados de los últimos 50 años afirman el fracaso.  La mejor demostración fue en el 1976 con un 6% sumando al PIP y al PSP.

Hace tiempo que nuevas estrategias electorales debieron haberse explorado.  Pero hace años que no hay comunicaciones, y aún menos, debate.  A cualquier señalamiento critico se le despacha imputando motivaciones escondidas.  Vivimos entonces en una izquierda sin debate y no hay que ser un gran teórico para saber que ello conduce al anquilosamiento (de lo que no estamos lejos) y eventualmente a la muerte política o a convertirnos en un movimiento folclórico. 

Participar o no en las elecciones debe tratarse como una cuestión táctica.  No hay que escoger entre nunca participar o siempre participar.  Se participa cuando hay condiciones propicias para adelantar la lucha y no se participa cuando no existen esas condiciones.  Las condiciones del 2016 son un buen ejemplo.  La gran mayoría del independentismo las considero irrelevantes, inconsecuentes y que no resuelven nada luego del nombramiento de la Junta.  Más allá del independentismo hay también un sentir similar. 

En la repuesta a esta burla electoral y humillación imperial tenemos una diferencia profunda en el independentismo.  El PIP asume la política de participar siempre (no importa qué) y establece como meta quedar inscrito, al igual que en cualquier elección antes de la Junta.  Es como si aquí no hubiera pasado nada y fuera una elección colonial más.  Otros anuncian votar por el PIP (como si fuera la primera vez que lo hacen) como respuesta a la Junta, acompañados algunos por un lastimoso “que me cuenten”.

Ninguna elección se ha celebrado en condiciones más propicias para un boicot electoral que las de este año.  Un llamado a la abstención masiva era la respuesta que debió dar el independentismo en un momento donde una gran parte del pueblo puertorriqueño la hubiera entendido y muchos la hubieran apoyado.  Las condiciones eran muy favorables para una protesta contra la Junta y el colonialismo vía la abstención. 

Luego de las elecciones se impone organizar un amplio debate sobre la realidad puertorriqueña y cómo el independentismo debe enfrentarla.  Es imprescindible ese debate para sacar al independentismo del marasmo en que se encuentra.  Tal vez el periódico CLARIDAD podría auspiciar una ronda de discusiones sobre los siguientes temas:

1.      La nueva realidad política de Puerto Rico luego del 9 de junio de 2016, con la decisión del Tribunal Supremo (USA) y la creación de la Junta de Control Fiscal.

2.      Una evaluación de la participación electoral del independentismo en los últimos 50 años y del trabajo independentista fuera del marco electoral

3.      Las distintas políticas y visiones de lucha existentes dentro del marco electoral.

4.      Nuevas estrategias de lucha dentro y fuera del plano electoral.

Esa discusión es una necesidad.

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